Hualaihué, lugar de hualas

Hualaihué, lugar de hualas

Hualaihué en la lengua nativa de estas tierras, significa “Lugar de Hualas” o “Lugar de Aves Acuáticas”, y fue fundada el 21 de septiembre en 1979, junto con la Provincia de Palena. Pertenece al territorio costero de Patagonia Verde y es una de sus comunas más extensas. Es reconocida por su historia maderera en torno al alerce, por sus humedales que invitan al avistamiento de aves y por la fuerza de sus pueblos originarios.

En Hualaihué se ven las huellas del trabajo y sacrificio de sus habitantes. Están en la cordillera boscosa, donde se sacaban las tejuelas de alerce; están en los campos sembrados a pulso; están en el mar, donde navegaron bongos y lanchas veleras. La Comuna de Hualaihué ha tejido su historia entre las cumbres y las playas, haciendo de su paisaje natural y cultural algo único. 

 

El año en que fue fundada como comuna, Hualaihué estaba cambiando por la llegada de la Carretera Austral. Hoy tiene electricidad, agua potable, servicios de salud y caminos locales. Pero si hoy día esos servicios existen, es por el trabajo de los colonos de antaño y de los hualaihuelinos de hoy. 

Su historia comienza en el siglo XVI, cuando los indígenas encomendados de Chiloé llegan a las playas de Hualaihué para trabajar el alerce. Los astilleros de Calbuco, los fuertes Maullín y Ancud y las iglesias de Chiloé pedían grandes cantidades de madera. Así, durante el siglo XVIII existían ya algunos habitantes en la costa. 

 

Se dice que Bernardo O’Higgins le entregó un gran paño de tierra a un indígena llamado Picul, y que éste lo dividió en cuatro grandes fundos, uno por cada uno de sus hijos: Rolecha, Hualaihué, Pichicolo y Colimahuidán. Este último fue comprado por Domingo Villarroel a un alto almirante de la Armada, a fines del siglo XVIII. Es con la llegada de los Villarroel que empieza la colonización de Hualaihué, o por lo menos la que vive con más fuerza en la memoria de sus habitantes. 

Entre las primeras familias están los Villarroel y los Leiva, habitantes de Hornopirén, en esos tiempos Caleta Río Negro - Hornopirén. Estos apellidos tienen una presencia importante en la comuna, y se habla de ellos con cariño y respeto. Junto a otras familias antiguas trabajaron la tierra y el bosque, y recibieron con los brazos abiertos a los nuevos colonos, a inicios del siglo XX: los Huichaquelén, los Paillacar, los Millaquén, los Leviñanco, los Antiñirre; los Paillán en Hornopirén; en la zona costera los Marín, los Báez, los Vargas, los Soto, los Núñez; en Huinay los Hernández y los Gónzalez; y en Cholgo los Maldonado y los Caipillán, en su mayoría de Chiloé. En el lago Cabrera los Cárdenas, los Peranchiguay, los Toledo y los Montiel. Todos estos apellidos siguen estando en la comuna, dándole a Hualaihué una identidad especial, una historia que sigue viva. 

Pero si bien los tiempos pasados se recuerdan como años de unión, se recuerdan también como tiempos difíciles, que comenzaban a muy temprana edad. Estaban las mingas, el préstamo de embarcaciones o las donaciones cuando un vecino no tenía lo suficiente, pero también el aislamiento. A falta de luz eléctrica se usaban los “chonchones”, papas vueltas lámparas con una vara enhuinchada cubierta de manteca. El viaje a la ciudad más cercana, Puerto Montt, se hacía por mar, y tomaba más de una semana si había mal tiempo, navegando en lanchas veleras que dependían del viento. 

 

Los habitantes de la comuna sacaban las tejuelas de los alerces y se las llevaban al hombro en espaldones y mochilas, a caballo o con bueyes que tiraban del “biloche”, un carro de madera sin ruedas. Se trabajaba la madera de alerce, tepú, ulmo, tepa, mañio, coigüe y arrayán. Para el consumo de la familia sembraban papas, trigo, avena, linaza y algunas legumbres. Olga Paillán cuenta que las papas se rayaban en rayas de piedra volcánica, y que se colaban en un cernidor de un junquillo llamado ñapo, para sacarles el chuño. 

Las mujeres tejían la ropa de la familia; se pescaba en botes a remo y se ahumaban pescados para conservarlos y venderlos en Calbuco y Puerto Montt; se mariscaba; se criaban vacas, cerdos y gallinas; se producía leche, mantequilla, queso, carne, harina cruda y tostada, así como otros productos que les permitían vivir sin hambre, pero con sacrificioMuchas personas visitan Hualaihué para conocer estas actividades, porque muchas de ellas se siguen practicando.  

 

Con los años, el aislamiento en Hualaihué empezó a retroceder. Durante la década de los treinta llegaron los barcos de la Empresa Marítima del Estado. Estos barcos no eran a motor sino a tepú, y atracaban en las costas de Hualaihué cada quince días solamente. Las lanchas a motor, que una vez por semana llevaban carga y pasajeros, aparecieron varios años después. Con estas posibilidades de transporte, hombres y mujeres viajaban a las ciudades a exigir que las condiciones de vida de Hualaihué mejoraran, y que se escucharan sus demandas: caminos, escuelas, retén de Carabineros, más y mejor conectividad. 

En los años sesenta llega la empresa “Bosques y Empresas Madereras (BIMA)”, asociada a la Simpson Timber Company, de Estados Unidos. BIMA explotó industrialmente el alerce, abriendo muchos puestos de trabajo. Su importancia fue tanta que la población de Hualaihué aumentó, sobre todo en Contao donde estaba el complejo forestal principal. Durante el gobierno de Salvador Allende las faenas pasaron a CORFO, y en 1976 el alerce es declarado Monumento Nacional, prohibiéndose cortar ejemplares vivos. Algunos habitantes conservan este oficio hasta el día de hoy. Recorriendo la comuna, todavía se puede andar por los viejos caminos alerceros. 

 

El fin del aislamiento lo trajo la Carretera Austral. Su llegada a Hornopirén empezó en 1984, con mano de obra hualaihuelina. Con los años empezaron a llegar buses intercomunales, de fierro los primeros, y también otros tipos de transporte, pudiéndose ir y volver a Puerto Montt en un solo día. Esto era algo difícil de creer hace treinta años, pero hoy es una realidad.

Todos estos logros son de la gente de Hualaihué. El trabajo que se ha venido haciendo, desde el tiempo de los primeros colonos, ha hecho de la comuna un lugar maravilloso: su gente, su paisaje, su identidad local. Hoy, los habitantes de Hualaihué nos invitan a conocer la comuna que los vio nacer.